Gambas al ajillo, huevos fritos y patatas
El idilio con los huevos fritos con gambas al ajillo y patatas comenzó el pasado verano en Mallorca, concretamente en Alcudia. El ajillo liga todo el plato a las mil maravillas y su ejecución, pareciendo lo más sencilla del mundo, tiene su complejidad en cuanto a la materia prima pues se necesita una gran calidad de patata pochada a la perfección para que tras el cocinado resulte tierna y dulce en su interior y ligeramente crujiente en el exterior y también un huevo de primera frito – mejor con puntillita – con su yema sedosa y esas gambas tocadas por el fuego lo justo para que resulten jugosas y nunca chiclosas. Aquí la variación del ajillo puede llegar cuando utilizamos gambas, quisquillas, langostinos o incluso carabineros pero lo que sí os recomiendo siempre es emplear un crustáceo lo más fresco posible y libre de sulfitos si es posible aunque hoy en día es una tarea complicada.
Como entenderéis, la gracia radica en el ajillo elaborado con buen aceite de oliva virgen extra, los ajos tostados laminados y el aporte extra de las cabezas de los mariscos que le darán el sabor marino delicioso que hará que no queráis dejar de mojar pan. Dicho esto he de agradecer a Los Patos por hacer que el verano pasado descubriésemos esta combinación que Álex ha tenido que replicarme a veces en petit comité en Tres Por Cuatro los días que he tenido antojo y también por otros platos fantásticos de cocina mallorquina tradicional bien elaborada como las sopas mallorquinas, el frito, los caracoles, el delicioso tumbet con huevo o el arroz brut, imprescindibles en cualquier comanda sentados en su agradable terraza.
Otra versión que también hemos probado con la práctica en casa ha sido con bogavante o langosta y también pelando la cabeza de los carabineros y guardando sólo su interior y haciéndola en gabardina, luego al mezclarlo con el ajillo y morderlo, explotando todo su relleno es una auténtica locura. Ya véis… huevos y patatas elevados a los altares, aunque bien es cierto que son dos ingredientes que por sí solos brillan. Para mí dos imprescindibles del disfrute gastronómico, y con gambas al ajillo más.
La receta no puede ser más sencilla, pero aprended bien la lección: el trato de los ingredientes y la calidad de los mismos serán importantísimos para que el resultado sea una auténtica pasada.
- 3 gambas blancas grandes o gambones o langostinos o gambas rojas
- 1 patata pequeña
- 2 huevos de gallinas felices (los de cobardes y gallinas son una maravilla)
- Aceite de oliva virgen extra
- 1 diente de ajo
- sal
- Pelar las patatas y cortarlas en rodajas. Confitarlas en abundante aceite de oliva a fuego medio-bajo durante 20 minutos aprox, hasta que estén tiernas al pincharlas. Reservar echando un poco de sal a todas.
- Por otro lado laminar el ajo y pelar las gambas reservando sus cabezas.
- Tostar las cabezas en una olla con un poco de aceite, añadir el ajo laminado y cubrir todo de aceite, dejar cocinando a fuego bajo durante unos 15 minutos. Colar.
- Cuando se vaya a servir dar un golpe de fritura final a las patatas con el aceite bien caliente, freir los huevos en mucho aceite caliente para que les salga la puntillita y marcar en una sartén con un poco del aceite de ajo y las cabezas los cuerpos de las gambas.
- Servir las patatas con las gambas encima y bastante aceite infusionado, terminar con los huevos fritos y un poco de sal
- Os recomiendo que rompáis los huevos, lo mezcléis todo y muráis de amor.