Si hay un ingrediente o plato estrella en cualquier celebración, son los langostinos. Sí, habéis leído bien. Porque los langostinos pueden ser un plato en sí o puede formar parte de un suculento plato de pescado.
Además, son de lo más socorrido y son el auténtico salvavidas ante muchos invitados.
Por ello, si vais a comprarlos, os recomiendo que no los compréis congelados. Los langostinos congelados son también muy ricos aunque, si ya sabéis seguro qué vais a hacer con ellos, comprad langostinos frescos.
A la hora de comprarlos frescos, fijaros muy bien en su color: un naranja brillante. Y, por supuesto, tened en cuenta su tamaño. Si los queréis para comer solos acompañados de salsa mahonesa, compradlos más bien grandecitos. En cambio, para canapés o acompañamiento, podéis elegirlos un poco más pequeños.
Y nunca compréis langostinos sin cabeza, blancos o con un ligero olor a amoniaco. Todas estas características evidencian que realmente no son frescos. Además, su caparazón tiene que ser brillante y resistente.
Los langostinos congelados pueden presentar un color gris oscuro pero no os preocupéis porque, durante la cocción, veréis que empiezan a adquirir su tono propio.
A la hora de cocerlos, cocedlos enteros, con la cabeza incluida ya que tiene ciertas sustancias que le dan ese sabor propio al langostino. Echadlos en una cazuela con agua fría, sal y el zumo de un limón a fuego alto. Dejadlos que cuezan 3 minutos e inmediatamente retiradlos e introducidlos en otra cazuela con agua fría y con mucho hielo. De esta forma conseguiréis una carne tersa y firme.
Independientemente de cómo los preparéis, tened en cuenta que es un alimento que se hace en poco tiempo. No los tengáis demasiado tiempo al fuego o en la plancha o los echaréis a perder.
Ahora que ya sabéis cómo comprarlos, os voy a dar algunas ideas sobre cómo prepararlos. La primera, y más sencilla, es la que os he comentado antes: langostinos frescos acompañados de salsa mahonesa o salsa rosa. O, si os gusta más, a la plancha. Eso sí, siempre con sal gorda.
Si estáis cansados de cocinarlos siempre de la misma forma, os sugiero que os paséis a las brochetas o a los canapés. Pensad un poco y dejad volar vuestra imaginación. Seguro que conseguiréis hacer una creación propia.
¿Y por qué no poner unas croquetas? Siempre gustan, especialmente a los más pequeños de la casa, y las podéis hacer de langostinos.
También podéis usarlos en ensaladas, un primer plato ligero y sano o, si lo preferís, podéis prepararlos en forma de pastel o de crema.
Pero si queréis ser originales, preparad un primer plato de langostinos, por ejemplo, un wok o unas espinacas con langostinos.
En todos estos casos, después de pelarlos, debéis eliminar el hilo negro que recorre el lomo. Es decir, su tubo digestivo, ya que tiene un cierto sabor amargo y puede estropear el plato.
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Comer es un placer y nada como los langostinos y el marisco en general para deleitarnos, y si es facil y rapido de preparar?? mejor!!!
riquísimos Isabel, la verdad es que los comería todo el año. jeje!
[…] langostinos […]
[…] vienen a la cabeza. Supongo que se debe a mis raíces familiares y a mi enfermiza obsesión por el marisco y otros muchos manjares del […]
Gracias por sus recetas