Restaurante Viridiana

El Restaurante Viridiana (Juan de Mena,14) es todo un clásico de la buena restauración madrileña. Viridiana lleva la friolera de treinta y siete años en servicio -veinte de ellos en el mismo local de la calle Juan de Mena, cercana al Retiro-.

Este restaurante ha sido considerado unos de los diez mejores bistrot del mundo nada menos que por el Herald Tribune.

No conozco sus compañeros de ranking pero, en lo que a Viridiana se refiere, la consideración es de lo más acertada.

En Viridiana, Abraham García, chef y propietario del restaurante, te hace disfrutar de una de las cocinas más auténticas de la capital. En pocos sitios, y menos de tanta categoría, se preparan tan bien los platos de caza o de casquería.

Este ilustre toledano, hombre polifacético, imaginativo y meticuloso con la búsqueda de la excelencia en sus platos, tiene el buen gusto de, no sólo de estar al pie del cañón cada día en su restaurante, sino de acercarse a las mesas donde explica a los ávidos comensales los platos que conforman la carta, los productos con los que están elaborados  y alguna que otra explicación sobre sus recetas.

Ver a Abraham explicar con entusiasmo la oferta culinaria del día en Viridiana es todo un espectáculo por sí mismo que el cliente agradece y disfruta.

El otro día estuvimos cenando en Viridiana, porque teníamos que celebrar un acontecimiento familiar y queríamos darnos un homenaje. Nuestras expectativas no fueron defraudadas y los chicos -lo de hablar de “niños” para referirme a individuos que ya andan por el mundo solitos hace unos años me parece, cuando menos, equívoco- quedaron, pero que muy contentos. Los mayores, también.

Una cosa que me gusta mucho de Viridiana es que, de la cocina, manda cositas para ir haciendo boca: una cazuela de lentejas con curry y sobrasada, unas croquetas, unas trufas, unas cocadas… Un montón de detalles que hacen que el cliente pruebe delicias que no había pedido y que se sienta mimado además de atendido.

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Antes de empezar a enumerar lo que pedimos para cenar quiero indicar que el servicio me pareció excepcional: cercano, eficiente y nada pesado. El espacio físico de Viridiana también es muy agradable. El restaurante es un homenaje a Luis Buñuel y al mundo del cine y del toreo. Además, los salones de Viridiana son en la actualidad una verdadera sala de exposiciones donde los mejores exponentes de la pintura española contemporánea tienen cabida.

Nos metemos, ya sí, en harina y paso a contar lo que tomamos para cenar.

Aconsejados por Abraham pedimos un par de ensaladas, una de frutos de mar sobre hojas verdes y otra de queso mozarella. Las dos exquisitas. Los frutos de mar eran marisco fresco de verdad y la mozarella era de una calidad impresionante.

Pedimos unos caracoles eviscerados con salsa de mantequilla, unos huevos de corral con boletus y trufa, unos riñones de cordero, un arroz meloso con costillas de jabalí… Como éramos unos cuantos pudimos probar muchos platos y doy fe de que todos estaban en su punto exacto. Una delicia.

 

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Como platos fuertes pedimos merluza del Cantábrico rebozada, con guacamole y nosequé más, que estaba de morirse de rica, canelones de caza -también muy buenos-, secreto ibérico y riñones.

Me gustó mucho que los platos en Viridiana están lo suficientemente elaborados para que el cliente sienta que no está tomando los canelones o el arroz  de todos los días (días de fiesta, claro) pero que la floritura de cada plato no haga que nos olvidemos del sabor primigenio del producto utilizado. Casi un equilibrio cabalístico que llogran sobradamente.

 

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Los postres, como no podía ser menos, no sólo no nos defraudaron, sino que merecerían un post aparte. Tomamos una pannacotta de leche de camella, cremosa y suave, y una mousse de chocolate amargo, impecable.

 

Viridiana5Viridiana no es barato, para qué vamos a andar con eufemismos, pero lo que sí que me parece es que allí se obtiene value for prize (para que los del Herald Tribune se queden tranquilos con su elección). Creo que una comida en Viridiana es un must de una visita turística a Madrid. El público lo demanda y por ello el restaurante ha optado por abrir a la hora de comer también los domingos.

 

 

 

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