Beefcious: un dibujo, unas invitadas y una carne espectacular

“Hey, chicos. Este finde estuve en una hamburguesería… ¡Para morirse! Se llama Beefcious”, nos escribe Inés.ines2
“Venga, Inés, que sí. Siempre te gusta todo, danos argumentos”, despotrica Roberto.

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“Estaba rellena de foie, foieeee”, replica Inés.

“Bueno venga, vamos a ir, porque está muy pesada y cuando se pone cabezona…”, concluye Bea.

“Puff, si, no hay quien la aguante”, remata Roberto.

Y allí nos presentamos un viernes, en la calle Alberto Alcocer, 27. Nos ofrecieron sentarnos en la terraza, en una especie de espacio al aire libre pero cubierto con tenderetes donde se podía fumar y era un infierno para nosotros, los no-smokers, o dentro del local donde, por lo visto, había unos adolescentes ruidosos según nos informaron. Como hacía solete, nos fuimos a la terraza a ver cómo pasaban los coches, las vistas no eran mejores. Con nosotros vinieron, nuestro colegui que pinta tan bien y nos acompañó al Zombie Bar, Jorge, su “discípula”, Nerea y otras dos compis que no merecen mucha mención ya que pidieron una hamburguesa para compartir y la misma que Bea…. ¡PECADO! (aún así podéis volver cuando queráis :P). Además, la noche anterior, Roberto sufrió una intoxicación alimentaria (digámoslo así y pasemos por alto que se fue de copas sin nosotras) por lo que nos abandonó… ¡Y lo que se perdió! Que pringui…

Del local no podemos contar mucho porque ni lo vimos, estuvimos fuera todo el rato. Una vez volvimos loca a la amable camarera, que si esta mesa no, la otra, y sentamos nuestros ‘c***os’, teníamos que elegir entre los diferentes menús o pedir la hamburguesa sin más, allá tú: menú Beefcious, que incluye entrante (copioso), hamburguesa, postre y bebida (14,50 €) o menú Premium en el que puedes pedir entrante, parrilla, bebida y postre (21,50 €). Elegimos el primero y casi salimos rodando del local.

Tenemos que destacar varias cosas:

-Los entrantes estaban buenísimos, pedimos nachos y alitas de pollo y eran raciones enormes, especialmente los nachos. ¡Qué montón! Para una sola persona es mucho.

alitas

nachos

-La carne es una maravilla, con sabor a parrillita rica, jugosa y bien especiada. Os diremos que nos la comimos en menos de 15 minutos.

-Las patatas… ¡ay! Ricas, ricas. Somos un poco catetos para diferenciar especias, pero creemos que llevaban pimienta… o algo que las hacía absolutamente irresistibles.

¿Lo peor de todo? Que tuvimos que darle la razón a Inés. Es un sitio ‘top’ que no puedes dejar de visitar en la capital. Aquí nuestra selección:

Queso azul (Bea)

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Con cebolla caramelizada y berros. ¿Y qué son los berros? No los he probado en mi vida. Qué más da, lleva queso azul eso es suficiente. Entre eso y la carne… Devoré la hamburguesa y eso que previamente me había comido mis alitas con salsa barbacoa y queso azul (sí, más de lo mismo) y metí la manza en los nachos de mis compis. Espectacular. Muy buena. Quiero volver y pedir la rellena de foie porque tiene que estar…

Cheeseburger (Inés)

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Estaba IN-CRE-I-BLE: la carne, el queso, el bacon, las salsas… este sitio es mi top 2 de Madrid, no puedo decir mucho más, las dos veces que he ido me ha encantado y volveré sin duda. Lo recomiendo siempre.

Clásica (Jorge)

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Tras la aventura en el Zombie Bar  los chicos de los burgueses me volvieron a llamar para acompañarles.

Tengo que decir que ese día me tocó trabajar por la tarde, con lo cual, mi tiempo era más limitado que el de los demás y si a eso le sumas que “La burguesa” me hizo llegar al sitio en autobús, un medio de transporte que no goza de mis simpatías, ya tenía dos sumandos en contra para disfrutar la experiencia. Pero no fue así.

Pedimos el menú del día, que consistía en un entrante, una hamburguesa y un soft cream (un postre de la casa a base de nata y …), y he de advertiros, jóvenes insensatos, que es una cantidad ingente de comida para un sola persona y a un precio más que competitivo. Las raciones son “ultragenerosas”. Hubo un par de invitadas al festín, una suerte de monstruo tacaño y una diosa guanche ;-), que obraron sabiamente y compartieron un menú.

En mi caso fueron los “Special Nachos”, aderezados con chili y queso cheddar y la hamburguesa clásica con queso cheddar y lechuga batavia. Igual mi elección os parece aburrida, pero alguien tiene que hacer el trabajo de probar lo que cualquier burguershop tacha de “clásico” y mis pequeños burgueses,siempre pecan de sofisticados en sus elecciones…

Los nachos resultaron estupendos y la hamburguesa también. La carne en su punto. No se le puede poner un pero. Pero el error fue haberme terminado el entrante…
El problema como ya había dicho antes es que no contaba con demasiado tiempo, y las prisas y mi estómago me hicieron salir pitando y donar el postre a la causa.
Un local al que he de volver con más calma y la lección de las cantidades aprendida. Nos vemos en mi próxima aventura con estos “zagales”… Eso sí, antes os dejo con una ilustración que les he dedicado.

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Por último, tocaba probar los postres. Tras ojear la carta cada uno decidió lo suyo, la mayoría de ellos consistía en helado de nata y algún complemento hasta crear dulces con estos nombres: piña colada, mojito de melón… Hasta ahí todo bien. Después llegó la camarera y nos hizo el lío. “¿De qué sabor quieres el helado?”, preguntó a Bea. “¿Cómo que de qué sabor? No entiendo”, contestó confusa. “¿Vainilla o nata?”. “Pues no sé… ¿vainilla?”. Y así con todos y cada uno, ¿no se supone que solo eran de nata? En fin, sea como fuera, la verdad es que estaban riquísimos.

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Nuestro Veredicto:

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